Espere en la vereda, caranchos

viernes, 19 de junio de 2009

Detesto a los peatones que no pueden esperar el cambio del semáforo tranquilamente parados sobre la acera, como en cualquier lugar civilizado del mundo donde tengan semáforos, aceras y peatones. Bueno, también automóviles o cualquier cosa que pase por las calles y sea más grande y dura que un peatón, porque si no para qué van a tener semáforos. A lo mejor tampoco hacen falta calles en ese caso. Con unos senderos estarían bien. Pero me estoy desviando del tema.

Digo, estos individuos esperan el cambio de la luz que los habilitaría a cruzar la calle plantándose sobre la misma (me refiero a la calle, no a la luz). Pero "plantándose" no es una descripción adecuada, lo que hacen en realidad es avanzar lentamente, de a medio paso hacia la acera contraria, invadiendo de a poco la calle.

Y uno viene en auto, y tiene que doblar justo en la calle donde están estos gaznápiros cruzando en cuotas cuando no les corresponde y se los encuentra obstruyendo un carril, y uno tiene que hacer unas maniobras para no atropellarlos que hacen que los demás automovilistas le manden saludos a su familia. A la de uno. Los peatones no se dan por enterados.

Y si acaso por cuestiones de la física pasa muy cerca de alguno de los peatones invasores, estos se indignan y les gritan a uno cosas que harían que un estibador borracho se pusiera colorado.

Debería estar permitido, es más, debería alentarse y premiarse que uno se llevara por delante con el auto a los que cruzan de esta manera.

¿Qué les cuesta esperar dos segundos? ¿Qué ventaja mayúscula les reporta que cuando al fin el semáforo los autorice a cruzar ellos estén un metro por delante de los peatones civilizados?

Cuando me toca ser peatón, yo espero bien parado en la acera. Y cuando el muñequito del semáforo peatonal cambia de color y actitud, me lanzo con paso rápido y llego al otro lado de la calle antes que los inciviles. Para que vean.

Paparulos.

Lo detestó Bugman a las 6:09 p. m. 14 detestaron